RESEÑAS
Historias que nos trae el mar
Como si hubiesen sido traídas por las olas del mar hasta la orilla, las obras de Lily Ferreira Erdozain nos invitan a ser contempladas por vez primera.
Allí, en esos trozos de madera recuperada, también se recuperan historias. Historias familiares, de la propia infancia, pero también de los lugareños, de aquellos que supieron habitar las tierras de Pinamar.
Los relatos biográficos se sellan sobre la textura de la madera, con la impredictibilidad de la técnica de foto-transferencia. La artista realiza una selección sugerente, donde los rostros nos convocan a dialogar con ellos y a sumergirnos en las historias que pudieron ser.
Cada pieza es irrepetible. Los troncos y las maderas de descarte, inteligentemente utilizados como dispositivos, son la confirmación orgánica de que el arte y la naturaleza pueden ir de la mano.
Así, estas obras son, además, sustentables. Provienen de la recolección que realiza la propia artista en los bosques, playas y calles de Pinamar. Es decir, la materia prima con la que trabaja ya tiene un historial, un recorrido, un pasado.
Tomando la madera recuperada como punto de partida, Lily Ferreira Erdozain plasma imágenes que tocan nuestras emociones. La artista, además, interviene a través del dibujo y la pintura los inesperados resultados de la transferencia fotográfica, subrayando miradas, situaciones, sueños.
El resultado: fotos que se “revelan” en su contacto con la madera y que nos invitan a escuchar su verdad.
Por Victoria Villalba
Editora (UBA)
Directora de Catálogos para Artistas
Buenos Aires, enero de 2022
RESEÑAS
La escucha del relato latente condensado en un remanente de la historia
Objetos de Lily Ferreira Erdozain
“Creo sencillamente que alguna parte del yo o del alma humana no está sujeta a las leyes del espacio y del tiempo”
Carl Jung
La erosión implica movimiento y transformación, y son sobre todo los remanentes de maderas que fueron sometidos a este proceso natural, quienes convocan a Lily Ferreira Erdozain.
El hallazgo se produce durante sus caminatas de encuentro con la naturaleza y el silencio, tan influyente para el desarrollo de su obra, que en determinado momento decidió contundentemente abandonar la pintura tradicional, para ceñirse a un ajustado plan de despojo de color y soportes.
Pinamar -pequeño poblado marítimo de la provincia de Buenos Aires, Argentina-, se convirtió en un entorno potente y transformador, la artista que fue permeable a los influjos de una naturaleza omnipresente, comenzó a incluir en estas viejas maderas sometidas al deterioro del agua, los vientos, las sales y el mismo cambio climático, imágenes de su propia historia, pero también de aquellos pioneros, los primeros habitantes que ocuparon la zona entre fines del siglo XIX y principios del XX.
Con una paleta reducida que navega entre los pigmentos cálidos y los colores tierra, la *foto-transferencia que ejecuta la artista sobre el soporte evidencia que es ésta -la imagen- la que se adapta a la forma y no al contrario. De hecho, el soporte raramente sufre algún tipo de transformación, más allá del que el propio tiempo lo imprimió.
Algo que podría ser identificado con lo intuitivo -una intuición construida y educada-, es lo que la guía en la elección de cada fragmento. Seducida por su forma, su desgaste y la posibilidad de otorgar a su obra una oportunidad de sustentabilidad ecológica, escucha también el relato latente condensado en ese remanente de la historia, en la que se convierte el objeto.
Las imágenes no buscan ser leídas, no esperan una interpretación histórica o una vinculación autorreferencial, sino que inducen al encuentro de un clima, de un estado de la conciencia. Son atemporales y aunque incluyen lo regional, también simbolizan lo universal.
Alejada de las presiones de las grandes urbes, el tiempo no tiene vencimiento, lo que le permite otorgar a sus pensamientos y observaciones la cadencia natural que éstos necesitan. De este modo, cada objeto, cada obra, es la resultante de un proceso de profunda reflexión y conciencia. Atenta a los cambios climáticos, busca con postura ideológica, devolver al mundo piezas con cierto sustento ecológico que cumplan con el objetivo de recuperación, reutilización y reciclado.
Aplicando el bálsamo del arte sobre estas maderas abandonadas, son situaciones simples las que rememoran las imágenes que la artista elije. No es necesario complejizar un discurso que persigue una conexión más del orden evocativo y sensorial. Re transformando el vínculo entre todas las partes, se genera un círculo virtuoso en el que el abandono vira hacia la recuperación, al recuerdo se le otorga vida y mientras se manifiesta la problemática del cambio climático global, se presentan piezas sustentables que evitan sumar un contaminante más.
El escritor estadounidense Wal Whitman decía aceptar el tiempo absolutamente, algo que por supuesto en las poéticas de Lily Ferreira Erdozain, es posible comprender totalmente.
* La foto-transferencia es un proceso artesanal mediante el cual todo tipo de imagen puede ser trasladada a cualquier superficie.
María Lightowler
Lic. en Museología
Prof. Nacional de Bellas Artes. Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón
Diplomatura en Montaje de Espacio Expositivos
Madrid, febrero de 2022